A MÁLAGA

" Málaga es inglesa y mora,
a la vez que es andaluza;
Guadalmedina la cruza,
y el puerto la condecora;
Gibralfaro la avalora
y la Caleta sin par;
la emblanquece su azahar,
y la dora su alegría;
en su torre se abre el día
y a sus pies se rompe el mar.
Esa es Málaga la bella,
paraíso en que nací;
entre sus luces viví,
y mi ser formóse en ella ..."

Salvador Rueda

CIUDAD DEL PARAÍSO

A mi ciudad de Málaga.

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
En tu vertical caída a las ondas azules
Pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas, intermedia en los aires
como si una mano dichosa te hubiera retenido, un momento de gloria, antes
de hundirse para siempre en las olas amantes.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo,
angélica ciudad que, mas alta que el mar, presides sus espumas.
Calle apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida, una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, mas quieto el amante,
bajo la luna certera que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
Ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergente.
Los hombres por un sueño vivieron; no vivieron;
Eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mas alentando como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero
Por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí en el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas
.

Vicente Aleixandre