Viaje por España: Málaga



«En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como en Málaga.»




A nuestros pies se extendía Málaga, cuya imponente catedral recordaba una inmensa arca en medio de un mar petrificado y blanco de espuma.
Mucho ha sido aquí abolido, y más lo será; pero no los ojos andaluces... ¡Eso sería pecado mortal! Sería como apagar los luceros que en España brillan en el cielo y entre las pestañas de delicados párpados, no solamente a través del encaje de una mantilla negra, sino también en el niño mendigo y en la hermosa gitana que vimos vendiendo castañas. ¡Quién fuese dueño de su retrato!
No tuve más remedio que bajar a la Alameda y mezclarme con el gentío, para mirar a tanta mujer bonita, con llameantes ojos, como paseaba por allí, agitando con gracia innata los relumbrantes abanicos de lentejuelas. ¡Qué verdad dice la vieja copla española:
"Una mujer malagueña
tiene en sus ojos el sol,
en su sonrisa la aurora
y un paraíso en su amor. "


Un Viaje por España
Hans Christian Andersen

REAL SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LA VICTORIA: SUS ORÍGENES

Su origen arranca de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos, que se rindió el 18 de agosto de 1487. En este lugar se encontraba el campamento del rey don Fernando y sobre él se levantó una pequeña ermita para custodiar a una imagen de la Virgen con el Niño, que según la tradición, había enviado a los Reyes el Emperador Maximiliano de Austria; ella fue el aliento espiritual de la larga campaña y se le atribuyó el triunfo sobre la Málaga Musulmana, por lo que se dio el sobrenombre de Virgen de la Victoria, convirtiéndose en Patrona de Málaga.

En 1492, los frailes Mínimos de San Francisco de Paula, que habían reconfortado moralmente a los reyes durante el cerco, fueron autorizados a fundar y pidieron la Real Capilla de Nuestra Señora de la Victoria, que les fue concedida, fundando en 1493 la casa matriz de la orden en España.

Junto a la ermita, se fue edificando el establecimiento conventual (se puede observar el patio cuadrangular en el actual hospital allí situado), e inmediatamente una nueva iglesia que fue consagrada en 1518; debía tener una sola cubierta con armadura de madera con tirantes, a la que se abrían las capillas laterales.

La iglesia actual, con su camarín y torre, data de los últimos años del siglo XVII y ocupa el solar de la primitiva. En 1691, un procer malagueño, el Conde de Buenavista, ofreció ampliarla y repararla a su costa, para construirse una capilla-enterramiento, pero al reconocerla los alarifes informaron de que el estado de ruina del templo no resistiría la ampliación, por lo que fue derribado en 1693, levantándose un nuevo templo. El conde costeó la obra de la iglesia de la que conservaron sus cimientos y levantó además el pórtico, el campanario, la sacristía y antesacristía, el camarín un panteón privado y otro para la comunidad. El Patronato de las capillas debía mantenerse a pesar de las reformas, conservando los Córdoba el de la capilla Mayor con derecho a enterramiento en su bóveda, por lo que el Conde no pudo ocuparla y construyó la cripta inferior. La obra se inauguró en 1700.

El conde contó con dos colaboradores extraordinarios, Fray Alonso de Berlanga, erudito fraile mínimo, conocedor extraordinario de los textos sagrados, que pudo intervenir en el proyecto, y un gran arquitecto y decorador, Felipe de Unzurrúnzaga.

A LA DIVINA MÁLAGA

“Dicen que me olvidaste; yo no te olvido;
dicen que no me quieres; yo sí te quiero;
¿cómo no he de quererte si en tí he nacido
y adorar a las madres es lo primero?”


Salvador Rueda

LOS CANTES DEL PIYAYO


Un “tango” con ligero ritmo habanero pero de marcada expresión flamenca fue denominado como cante del “El Piyayo”, por ser éste el sobrenombre de su creador; un pintoresco gitano malagueño viejo y simpático que se ganaba la vida cantando por bares y colmados como también si le solicitaban para actuar en algunas juergas flamencas.

Rafael Flores Nieto, nombre de pila del Piyayo, era un gitano nacido en el Perchel. Tenía una manera muy peculiar de interpretar su cante y se acompañaba con una vieja guitarra; algunas de sus coplas tenían cierta nostalgia de sus tiempos como soldado en la campaña de la guerra de Cuba.

“Cuando mis “ojito” abrí
entre la noche y la aurora
una bandera española
fue lo primero que ví.

También vi cerca de mí
la linda flor de la yedra
cuyo nombre me recuerda
y es cierto que no me engaña
que era Cuba sin España
una sortija sin piedra”.

Era muy grata su presencia en el Pasaje de Chinitas a donde concurría preferentemente, por ser este lugar de cita de flamencos y aficionados al cante; como había de ser, pues en este típico y legendario Pasaje se hallaba el primer café cantante de Málaga, el famoso “Café de Chinitas” al que por su abolengo en la historia del cante flamenco inspirara a tantos escritores y poetas, entre ellos a Federico García Lorca.

El mejor retrato de aquel pintoresco personaje no lo dejó el ilustre poeta malagueño José Carlos de Luna:

“¿Tú no conoces al Piyayo?
Un viejecillo renegro, reseco y chicuelo
La mirada de gallo pendenciero
Y hocico de raposo
Tiñoso ...

Que pide limosna por tangos
y maldice cantando fandangos
gangosos ...